Encendieron velas y reclamaron justia para Elda

Una multitud encendió velas para iluminar a los gobernantes y reclamar justicia para Elda

Era un silencio desgarrador, de esos que perforan las entrañas y llegan a lo profundo del corazón. Un silencio que se hizo escuchar tan fuerte como el más fuerte de los gritos. Un silencio que pedía justicia. Así fue la marcha de ayer, donde una multitud se concentró en la plaza Independencia por el crimen de Elda Ana Hovannes.

Los familiares y amigos de Elda fueron los primeros en llegar a la plaza, donde se montó un escenario frente a la Casa de Gobierno. Comenzaron a repartir escarapelas negras y velas entre los pocos que fueron acercándose. Al principio, eran alrededor de 100. "Es que la gente no es puntual, ya van a llegar", justificó una mujer.

Pero eran puntuales. Los vecinos del barrio Ampliación Kennedy estaban concentrando en Laprida y San Martín. A las 20.20, la columna, encabezada por los mismos pasacalles que usaron en las dos marchas que organizaron la semana pasada en el barrio, llegó hasta el frente del escenario.

La columna se ubicó de espalda a la plaza, mirando a la Casa de Gobierno. Por primera vez, los dos hijos de Elda participaron de una manifestación, y estuvieron al frente de la columna. Durante casi 15 minutos, nadie se atrevió a interrumpir el silencio. Los ojos húmedos miraban siempre hacia adelante; ni siquiera los sollozos se dejaban oír.

Solo había silencio. Hasta que la voz de José María Canelada, un amigo de la familia, irrumpió desde el escenario. "Hechos, no palabras", dijo, y comenzó a leer la carta que Elda había publicado en LA GACETA el 12 de junio, en la que reclamó, entre otras cosas, más seguridad.

"Hace 10 noches nos arrebataron a Elda, la mamá de mis amigos de la infancia", dijo luego Lorena Orellana, que no pudo evitar quebrarse al leer las líneas de una misiva que había escrito para el acto.

"Los vecinos la llamaban la señora de los perros, porque era famosa su sensibilidad con los animales. Quizás, por la lealtad que muestran estos, y que ella probablemente echaba de menos en la gente. Y de qué manera brutal habrían de darle la razón", afirmó la joven. Vicky Gago, amiga de Elda, se preguntó por qué no entregó el bolso al arrebatador. "Pero conociéndola, no hubiera sido ella. Posiblemente, su coraje excedió la prudencia y se convirtió en temeridad", afirmó Gago.

Luego del breve acto, marcharon alrededor de la plaza. La columna ocupaba más de una cuadra, y el mutismo volvió a apoderarse de la gente. La imagen de Elda, estampada en una pancarta, condujo a la multitud de nuevo frente a la Casa de Gobierno.

Ana Vicidomini, allegada a la familia, cantó la famosa canción de Eladia Blázquez, Honrar la Vida. Antes de desconcentrar, dejaron las velas encendidas en el cordón cuneta de la plaza. "Para iluminar a nuestros gobernantes", dijeron.

Mientras todos dejaban las velas, un chiquito de unos cuatro años le preguntó a su mamá si iban a cantar el cumpleaños feliz. Con paciencia, la mujer le explicó que estaban allí porque unos ladrones habían matado a una señora para quitarle el bolso. El nene levantó la cara, la miró a los ojos, y le pidió: "Mamá, por favor, nunca dejés que los ladrones te vean la cartera".